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domingo, 13 de marzo de 2011

RED SOCIAL

De The New Yorker

Carta desde Palo Alto

La cara de Facebook

Mark Zuckerberg marca un nuevo rumbo.

Por José Antonio Vargas 20 de septiembre de 2010

Mark Zuckerberg fundó Facebook en su dormitorio universitario hace seis años. Quinientos millones de usuarios se han unido desde entonces y ochocientos setenta y cinco de ellos son sus amigos. El sitio es un directorio de la gente del mundo y un lugar para que los ciudadanos privados fabriquen identidades públicas. Te registras y empiezas a publicar información sobre ti mismo: fotografías, historial de empleo, por qué te sientes irritado en este momento contra la selección de ositos de goma en Rite Aid, u optimista sobre los prospectos de paz en el Medio Oriente. Cierta información sólo puede ser vista por tus amigos; otra está disponible para los amigos de tus amigos; alguna otra no está disponible para nadie. Las políticas de privacidad de Facebook son muy confusas y la compañía las ha cambiado frecuentemente, casi siempre permitiendo que se exponga más información de más formas.
Conforme a su perfil en Facebook, Zuckerberg tiene tres hermanas (Randi, Donna y Arielle), que son sus amigas. También es amigo de sus padres, Karen y Edward Zuckerberg. Se graduó de Phillips Exeter Academy y asistió a la Universidad de Harvard. Es fan del comediante Andy Samberg y entre sus músicos favoritos se encuentran Green Day, Jay-Z, Taylor Swift y Shakira. Tiene veintiséis años de edad.
Zuckerberg cita el “Minimalismo”, las “Revoluciones” y “Eliminar el deseo” como sus intereses. Le agrada “Ender’s Game”, una saga de ciencia ficción sobre el futuro de Orson Scott Card, que narra la historia de Andrew (Ender) Wiggin, un chico dotado que domina los juegos de guerra en la computadora y después se da cuenta de que está involucrado en una guerra real. No anota otros libros en su perfil.
Los amigos de Facebook de Zuckerberg tienen acceso a su dirección de correo electrónico y su número de teléfono celular. Pueden explorar sus álbumes de fotografías, como uno titulado “The Great Goat Roast of 2009”, un registro de un evento celebrado en su patio trasero. Saben que, a principios de julio, después de regresar del retiro anual de Allen & Company para millonarios de Hollywood, magnates de Wall Street y titanes tecnológicos, se hizo amigo en Facebook de Barry Diller. Poco después Zuckerberg escribió en su página de Facebook, “¿Hay algún sitio que transmita la final de la Copa del Mundo en línea? (No tengo televisión)”.
Desde agosto pasado ha sido muy fácil rastrear a Zuckerberg a través de una nueva función en Facebook llamada Places, que permite a los usuarios marcar su ubicación en cualquier momento. A las 2:45 A.M., E.S.T., del 29 de agosto, estaba en el Ace Hotel, en el distrito de ropa de Nueva York. Regresó a las oficinas principales de Facebook en Palo Alto, a las 7:08 P.M. Por otro lado, el 31 de agosto a las 10:38 P.M. él y su novia estaban cenando en la Taquería La Bamba, en Mountain View.
Zuckerberg podría parecer un sobre compartidor en la era de la sobre compartición. Pero éste es justamente el punto. El modelo empresarial de Zuckerberg depende de nuestras cambiantes nociones de privacidad, revelación y total auto exhibición. Entre más cosas quieran poner en línea las personas, más dinero conseguirá su sitio por parte de los anunciantes. Felizmente para él, y para los prospectos de su eventual fortuna, sus intereses de negocios coinciden perfectamente con su filosofía personal. En la sección de biografía de su página, Zuckerberg escribe, “Trato de hacer del mundo un lugar más abierto”.
Al parecer el mundo está respondiendo. El sitio es ahora la red social más grande en países que abarcan desde Indonesia hasta Colombia. Hoy en día, al menos una de cada catorce personas en el planeta tiene una cuenta en Facebook. Mientras tanto Zuckerberg se ha convertido en el niño rey de Silicon Valley. En caso de que ocurra, cuando Facebook decida salir al público Zuckerberg será uno de los hombres más ricos del mundo y uno de los multimillonarios más jóvenes. En la edición de octubre de Vanity Fair, Zuckerberg fue nombrado No. 1 en la clasificación de poder del New Establishment, justo delante de Steve Jobs, líder de Google, y de Rupert Murdoch. La revista lo declaró “nuestro nuevo César”.
A pesar de su objetivo de abertura global, Zuckerberg sigue siendo una persona cautelosa y reservada. No le agrada hablar con la prensa y lo hace muy rara vez. Tampoco parece disfrutar las apariciones públicas que le solicitan crecientemente. Este verano, en un evento en el Museo de Historia de la Computación, en Silicon Valley, uno de sus interlocutores abordó a Zuckerberg detrás de bastidores, minutos antes de que subieran al escenario y dijo, “No le gustan mucho este tipo de eventos, ¿o sí?” Zuckerberg contestó con un abrupto “No”, después tomó un sorbo de su botella de agua y posó su mirada en la distancia.
Esto hace que el momento actual sea particularmente incómodo. Zuckerberg, o al menos su versión no autorizada creada en Hollywood, protagonizará la película titulada “Red Social”, dirigida por David Fincher y escrita por Aaron Sorkin. La cinta, que inaugura el Festival de Cine de Nueva York y fue estrenada el 1 de octubre en Estados Unidos, es la presentación que muchas personas del mundo esperan para conocer a Zuckerberg. Los perfiles de Facebook siempre tienen algo de interpretación: eliges los detalles que deseas compartir y también decides con quién deseas compartirlos. Ahora Zuckerberg, con quien me reuní varias veces este verano para entrevistas personales, afronta lo opuesto: una exposición pública de detalles que él no eligió. No planea ver la película.
Zuckerberg, o  Zuck, como es conocido por casi todas las personas cercanas, es pálido y de complexión mediana, tiene pelo café rizado corto y ojos azules. Mide sólo cinco pies de altura, pero parece más alto porque se para sacando el pecho y con la espalda recta, como si estuviera colgado de una cuerda. Su atuendo estándar es una camiseta gris, blue jeans y tenis. Su aspecto puede ser lejano y desconcertante, una extraña mezcla de timidez y arrogancia. Cuando no le interesa lo que alguien dice, simplemente mira hacia otro lado y contesta, “Sí, sí”. A veces hace una pausa tan larga antes de responder, que parece que está ignorando la pregunta totalmente. La queja común sobre Zuckerberg es que es “un robot”. Uno de sus amigos más cercanos me dijo, “Él ha sido sobre programado”. Sin duda, a veces habla como si fuera un Mensaje Instantáneo, brusco y plano como un tono de marcación, pero también puede decir una broma y actuar de forma superficial y condescendiente, como si siempre supiera algo que tú no sabes.  No obtante, al estar cara a cara a menudo es encantador y cada vez se siente más cómodo en un escenario. En el evento del Museo de Historia de la Computación, estaba energizado, pensativo e introspectivo, incluso relajado. Abordó las inquietudes acerca de las configuraciones de privacidad de Facebook relatando una anécdota personal que por lo general no expone en sus respuestas. (“Si sólo pudiera elegir compartir mi número de teléfono móvil con todos en Facebook, no lo haría. Pero como lo puedo hacer únicamente con mis amigos, sí lo hago”). También fue humilde. Cuando le preguntaron si era la misma persona frente a una multitud o con sus amigos, Zuckerberg respondió, “Sí, la misma persona torpe”.
Zuckerberg creció en una casa sobre una colina en Dobbs Ferry, Nueva York. Acoplado en el sótano estaba el consultorio dental de su padre, Edward Zuckerberg, conocido por sus pacientes como “indoloro Dr. Z”.  (“Atendemos a los cobardes”, anuncia su sitio Web). El consultorio tiene una pecera de 160 galones y el lugar está lleno de recuerdos marinos que los pacientes del Dr. Zuckerberg le traen. La madre de Mark, Karen, es psiquiatra pero dejó de practicar para cuidar a sus hijos y trabaja como administradora de la oficina de su esposo.
Edward fue usuario temprano de la radiografía digital e introdujo a su hijo a la programación de cómputo Atari BASIC. La casa y el consultorio están llenos de computadoras. Una tarde de 1996 Edward declaró que deseaba una mejor forma de anunciar la llegada de una persona en vez de que la recepcionista gritara, “¡Llegó el paciente!” Mark construyó un programa de software que permitía a las computadoras en la casa y el consultorio enviar mensajes unas a otras. Lo llamó ZuckNet y era básicamente una versión primitiva de los Mensajes Instantáneos AOL, que salieron al mercado el año siguiente. La recepcionista enviaba el mensaje a Edward, mientras los niños solían enviarse mensajes unos a otros. Una tarde, mientras Donna trabajaba en su cuarto, escaleras abajo, se abrió un mensaje en la pantalla: la computadora contenía un virus mortal y explotaría en treinta segundos. A medida que la máquina hacía la cuenta regresiva, Donna subió corriendo las escaleras y gritó, “¡Mark!”
Algunos niños jugaban juegos de cómputo. Mark los creaba. En todas nuestras charlas, el Zuckerberg más animado que he visto, hablando con una gran sonrisa, casi tropezando con sus palabras y con ojos alertas, ha sido cuando describe sus aventuras juveniles en la codificación. “Algunos de mis amigos eran artistas”, dijo. “Venían a mi casa, dibujaban algo y yo construía un juego sobre eso”. Cuando tenía casi once años, sus padres contrataron a un tutor de cómputo, un desarrollador de software llamado David Newman, que venía a su casa una vez por semana para trabajar con Mark. “Era un prodigio”, comentó Newman.  “A veces

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