“El
fútbol no sólo es un deporte, sino una forma de vida.”
En nuestro país existe un gran
número de fanáticos al fútbol y me remito a las pruebas: personas que lloran
cuando pierde su equipo, gente que le pone veladoras a su “Santo” favorito para
pedir la victoria, planeación de fiestas cuando se coronan campeones e incluso
aquellos que ahorran durante cuatro años para poder asistir al Mundial de
fútbol a pesar de su situación económica. En resumen, nuestro México es un país
100% futbolero y con esto me refiero a que es el deporte más practicado y más
seguido en territorio azteca.
El fanatismo es mucho más que una manera de vivir,
es tener una creencia, una fe, una esperanza, entregar el corazón a algo o a alguien
que nos hace sentirnos más seguros de nosotros mismos y nos da fuerza para
seguir adelante.
Los
fanáticos deportivos viven su deporte, vaya la redundancia, como nadie más: se
emocionan por él, gritan por él, lloran, ríen y es causa para fiestas; pero
también es causa para hacer destrozos y daños a la sociedad si ven a su equipo
perder. Hacen todo por su equipo, son los que se asisten en cada torneo o juego
que se lleve a cabo sin importar el lugar, se presentan en los estadios
llenándolos por completo y trayendo consigo sombreros, tatuajes, camisetas,
banderas y todo aquello que encuentren en su camino de su equipo favorito, ellos
apuestan todo por su pasión.
Las
porras son una de las partes importantes dentro del mundo del futbol; son las
que hicieron grandes a los equipos. Hace aproximadamente seis años, en México
comenzó un fenómeno que hasta ese entonces era exclusivo de Europa y
Sudamérica: las barras bravas o grupos de animación que se concentran en
ciertos lugares establecidos de un estadio y se distinguen por los cánticos y
la violencia.
Aquel
que se convierte en nuestro equipo, la mayoría de las veces ocurre por seguir
la tradición familiar, es decir que la razón por la que le vamos al América,
Guadalajara, Toluca, Morelia, Cruz Azul… es debido a que nuestros padres lo hacen
y así desde pequeños, nos volvemos 100% seguidores de él. En México es común
ver a familias que se reúnen los fines de semana a disfrutar de los partidos y
compartir.
Hay
personas que cuando su equipo va perdiendo se ponen a rezar. En ocasiones dicho
milagro se presenta, ya sea que el juego se empate o el marcador de una vuelta;
pero cuando lo que esperábamos no sucede, sólo nos queda llorar y esperar que
para el próximo juego nuestro equipo corra con mayor suerte.
Pero si
se habla de la pasión futbolera, esta se ve más claramente cuando juega la
selección mexicana, durante esas dos horas que duran los partidos, el país, en
su mayoría se paraliza, la gente se reúne para apoyar al equipo, a nuestro
equipo; se ponen pantallas gigantes para poder disfrutarlo en compañía de otros
amantes del deporte; es la excusa perfecta para parar labores, tomar y reunirse
con amigos, y todo para ver al equipo verde en acción.
"Alguien
dijo 'el fútbol es más importante que la vida y la muerte para ti' y yo dije
'Escucha, es más importante que eso'" (Bill Shankly)
Samantha Aguilar
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