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lunes, 25 de febrero de 2013

LA MORDIDA DEL DRAGÓN DE KOMODO



El “Varanus komodoensis” mejor conocido como Dragón de Komodo es sin lugar a dudas, el lagarto vivo más grande del planeta ya que puede llegar a medir 3 m de longitud y pesar entre 80 y 140 kg; sin embargo, a pesar de su gran tamaño, su mandíbula no tiene la fuerza suficiente para desgarrar e inmovilizar a sus víctimas, pero por fortuna cuenta con una arma extremadamente poderosa.
Hasta hace algunos años se creía que  que estos lagartos cultivaban una gran cantidad de bacterias en su boca por lo que una mordida era fatal ya que al infectar las heridas producía septicemia en sus presas; sin embargo estudios recientes rechazan esta teoría.

"Nuestra investigación señala la presencia de un sofisticado aparato de matar compuesto por un gran arsenal.”
(Bryan G. Fry, investigador principal)

Un grupo de científicos australianos dicen haber descubierto un sistema de glándulas que producen veneno en el cráneo de los dragones, el cual al contener un poderoso agente anticoagulante, provoca una pérdida masiva de sangre ocasionando la muerte de su presa.

La nueva investigación demuestra que la gran habilidad que tiene este reptil para matar, depende de la combinación del potente veneno que produce con su peculiar mordida, la cual es infligida por 60 dientes serrados los cuales son reemplazados varias veces en el transcurso de su vida.

"El dragón es verdaderamente venenoso. Tiene glándulas salivales modificadas que producen anticoagulantes y vasodilatadores, lo cual, en combinación con la dentadura y los músculos craneales del dragón, le permite matar a animales grandes a través de una pérdida rápida de sangre"
(Stephen Wroe, investigador de la Universidad de Nueva Gales del Sur)

Al analizar las glándulas de un ejemplar, descubrieron que el veneno que producen es muy similar al de muchas serpientes y al del monstruo de Gila. Con lo anterior, queda descartada la idea de que el arma que utilizan los Dragones de Komodo para matar, es una gran colección de bacterias que se producen en su boca, sino el potente veneno que producen.

Samantha Aguilar

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