El Muro Occidental, por su nombre en hebreo, mejor conocido como el Muro de los Lamentos es sin lugar a
dudas uno de los principales lugares religiosos del Cristianismo, el Islamismo
y el Judaísmo.
Los restos que quedan
actualmente datan del año 37 a.C. y fue el mismísimo Herodes quien mandó construir grandes muros alrededor del Monte Moriah (lugar donde Abraham intentó sacrificar a su hijo Isaac), los cuales después sirvieron para
edificar tanto el Primero como el Segundo Templo
Sagrado.
Durante el siglo X a.C.,
se construyó el Templo de Salomón el
cual fue destruido en el 586 a.C. por Babilonia.
Años después, cuando los judíos se libraron del yugo de los babilonios,
decidieron reconstruirlo por lo que el Templo
Sagrado volvió a la vida y se convirtió en el principal medio de
transmisión de divinidad para el mundo; sin embargo 400 años después, los
romanos volvieron a derrumbarlo (70 d.C.).
Se dice que el Emperador Tito Flavio Sabino Vespasiano (39 d.C. – 81 d.C.) decidió dejar en
pie tan sólo una parte del muro exterior para que sirviera de recuerdo a los
judíos de su caída ante el poderoso Imperio Romano, precisamente de allí viene
su nombre “Muro de los Lamentos”. Por otro lado, los judíos creen que el muro
representa la promesa de Dios ya que escenifica la alianza eterna que hizo con Abraham y su
pueblo, por lo que desde hace más de 2 mil años, han orado frente a él debido a
que para ellos éste es el lugar “accesible” más sagrado. Los judíos afirman que
durante la destrucción del Templo, ángeles descendieron del cielo y protegieron
el Muro, el cual jamás será derrumbado.
Actualmente, más de 10
millones de personas visitan este emblemático Muro al año y un gran número de
ellos siguen con la antigua tradición de escribir sus peticiones y dejarlas
entre sus grietas. Cabe mencionar que dos veces al año los papelitos son
retirados, puestos en una bolsa y enterrados en el cementerio del Monte de los Olivos; pero eso sí, bajo
ninguna circunstancia ninguno de ellos son leídos ya que se trata de un mensaje
entre el creyente y Dios por lo que no están escritos para ojos humanos.
Samantha Aguilar
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