Se trata de una peculiar
respuesta psicológica que sufren algunas personas que han sido privadas de su
libertad (rehén, secuestro, campo de concentración, etc.). Las personas
afectadas muestran simpatía, lealtad e incluso conformidad voluntaria con el
secuestrador, a pesar de la situación riesgosa en la que se encuentran.
Los expertos aseguran que
este extraño vínculo entre rehén y agresor, se debe a que ambos comparten el mismo objetivo, salir
ilesos del incidente, por lo que el secuestrado suele intentar cumplir
los deseos y demandas de sus captores ya que ellos son los únicos que pueden
evitar una tragedia; es así como la víctima puede llegar a identificarse con
los criminales.
En 1973 se llevó a acabo
un robo en uno de los bancos de Estocolmo (Suecia), los delincuentes
mantuvieron cautivos tanto a los empleados como a los clientes durante 6 días
(del 23 de Agosto al 28 de Agosto), tiempo durante el cual algunos de los
rehenes se encariñaron con los agresores por lo que al ser liberados, llegaron
incluso a defenderlos rechazando a testificar en contra de ellos. Sin embargo
lo más extraño sucedió cuando después de que fueran juzgados y condenados a
prisión, uno de los agresores se casó con una de las rehenes.
Fue después de este suceso
que el criminólogo Nils Bejerot utilizó
el término Síndrome de Estocolmo para referirse a aquellos
rehenes que se sienten identificados con sus captores.
En 1974, se dio otro caso
de este síndrome. Patricia Hearst, nieta del magnate de la comunicación,
William Randolph Hearst, fue secuestrada por el Ejército Simbionés de Liberación (SLA); la familia de la joven pagó
6 millones de dólares por su liberación, sin embargo no se supo nada de ella
hasta 2 meses después cuando salió a la luz una fotografía en donde se veía a
Patricia con un rifle de asalto en mano, durante un atraco del SLA a un banco.
Fue allí cuando se supo que se había cambia su nombre a Tania y que se había
unido a la organización.
Aunque se trata de una
reacción inusual, se ha llegado a pensar
que todas las personas que se encuentran en situación de cautiverio llegar a
padecer este síndrome. Se da más seguido en rehenes en total aislamiento del
mundo y cuyo único contacto son sus captores por lo que desarrollando cierto
afecto hacia ellos.
Es importante mencionar
que para que efectivamente se trate de este síndrome, la reacción debe ser
inconsciente ya que surge como necesidad de negar la situación en la que se
encuentra; se podría decir que se trata de un mecanismo de defensa ya que evita
que entre en un shock emocional. Además es necesario que la víctima no se
sienta agredido, maltratado ni violentado de ninguna manera.
“El llamado Síndrome de
Estocolmo sólo se presenta cuando lo persona se identifica inconscientemente
con su agresor, ya sea asumiendo la responsabilidad de la agresión que es
objeto o imitando física o moralmente al agresor, adoptando ciertos símbolos de
poder que lo caracterizan.”
(Algunos expertos en psiquiatría)
Cabe mencionar que este
síndrome también puede surgir en otros casos como: abuso de menores, miembros
de sectas, violencia de género y violación.
Samantha Aguilar
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